jueves, 8 de diciembre de 2011

Aaaaaaaaarrrrrrggghhhhh


Se viene un final que contiene en sí muchos finales, que atranca hasta la última cerradura la puerta del armario donde los recuerdos tendrán un silencioso y merecido descanso. Donde, si vuelvo, será rápido a tomar algún objeto necesario para seguir adelante.
A veces quisiera más bien que en lugar de encerrados, esos recuerdos estuvieran enterrados, con una lápida modesta que diga: "Nunca se es el mismo". No sé por qué se me ocurrió ese epitafio, tal vez por que escuché que la materia que nos constituye está en constante renovación y que sólo nos quedan algunos rastros de lo que éramos. Así que, si alguien dice: No puedo creerlo, ¡eres el mismo!, podemos llamarle imbécil.
 El problema es la memoria (y sus recuerdos). Ese conducto por el cual podemos tener regresiones vergonzosas o proyecciones dudosas, es, desafortunadamente, el cimiento sobre el cual está construida nuestra psique. Sin nuestra memoria, hasta la decisión más sencilla sería imposible de tomar, la memoria te da referencia: Es un ancla con la realidad. ¿Por qué, sino por supervivencia, recordamos todo, incluyendo lo malo?
La pregunta incluye una respuesta inmediata y poco satisfactoria cuando a veces tengo la impresión de que lo que recuerdo no tiene sentido recordarlo. Debo decirlo, la mayoría de mis recuerdos sólo viven para atormentarme.  Mañana todo esto se convertirá en recuerdo, y eso es precisamente el motivo del espanto. Así funcionamos, nada nos alegra o nos asusta más que las cosas que, una vez redimensionadas en la memoria, se vuelven recuerdos.
Es algo así como temerle a los zombies, ¿quién no le teme a los zombies? Alguna vez estuvieron vivos: fueron vivos vivientes. Tuvieron conciencia, capacidad de organización y tal vez un auto rápido y uno de esos pinos que se cuelgan del retrovisor. Otros cargaban pistola con la misma constancia con que se cargan las llaves. Pero no, no es hasta que mueren, hasta que son muertos vivientes que salimos corriendo despavoridos.  ¿Qué hacen los recuerdos, si son muertos vivientes, que nos duelen?
Mañana, la universidad y sus recuerdos serán muertos vivientes.




martes, 6 de diciembre de 2011

Postal


A veces no es necesaria una respuesta;
el silencio, tu silencio
que recuerda a una ventana cerrada
conduce a la calma
la contemplación de los labios, vivos
ejerciendo presión entre ellos, jugando a no ser vistos.

De repente, te vuelves conveniente
en ese instante,
y hasta que termine el temblor de mis manos
Por que a veces, sin saberlo,
estamos esperando que algo estalle para abrir los ojos,
para empezar a sentir
y, tengo que admitirlo,
algunas cosas comenzaron a verse mejor inmediatamente.

Nos compartimos lo que duele,
lo que será en un futuro nostalgia
tus miedos forman parte también de los míos
por que nos acostamos a dormir con la memoria
(la peor compañera de cama)
por que evitamos recorrer ciertos rincones
por que queremos creer en cuentos de hadas
´historias de amor´
sin sofocar con una risa el último suspiro

Te pensé más veces de las que consideraría necesarias
incluso más de las que consideraría normales
-abro un paréntesis-
(eso me pasó de niño
cuando lo único que me interesaba eran los dinosaurios
y quería que mi vida estuviera llena de dinosaurios)
            -cierro el paréntesis-

Entre grandes historias nos contamos ésta,
sin telones, diminuta
me quedo los días que te quedan
del micro cuento, mío
y los silencios, oportunos
una buena razón para escribir de nuevo

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