martes, 10 de mayo de 2011

-PONGA SU NOMBRE AQUÍ-

Como todo en la vida, esta historia nace de una mujer…
Cada vez que se cierra un ciclo, comienza irremediablemente otro, de estar al no estar (y aprender a estar) y viceversa; cualquiera que se venga a la mente.

La historia debe advertir desde el principio que los eventos son imprecisos. Se ha venido tratando (con éxito) de convencer al autor de que el azar es una obra mágica inexplicable, que nace de algún proceso que tiene la existencia de cada quien en que ésta misma comienza caprichosamente a escribirse: “Las cosas pasan por algo” como una mecánica cuántica simplificada de la causalidad (y como si tuviera un sentido final, tal como los dibujos de unir puntos).

A veces, por instantes, puedo creer que estuvimos predestinados, pero ¿qué sería de una historia como esta sin escepticismo?

Aquí no pasa nada ya, dato, sólo el tiempo.
Lo único que se vislumbra claro es el tono platónico de la fábula, la idealización nunca materializada de lo que podría ser (el más grande aliciente de la ficción), el sentimiento puro, desinteresado y esencial de lo imaginario.

Me llama la atención la manera en que el inglés da nombre al enamoramiento: To Fall in Love. En vez de ser un estado superior, de ascender; se cae en él, nos hundimos irremediablemente. Suena fatalista, pero es la mejor manera de hablar del proceso de estupidización por el que todos pasamos, caemos al vacío, o más bien, nos dejamos caer al vacío. Nos vamos dando permiso de conocer el fondo.
Y se conocen otros estados de conciencia y otras formas de sentirse más vivo.
Y en determinado momento he decidido soltarme, entumecido por el furor de la incertidumbre, entumecido también por que empecé a creer, sólo un poco, que las cosas pasan por algo.

El tiempo es lo único que pasa, pero el único que no quisiera que pasara, por que también, como buen personaje secundario, es el que se encarga de una vez por todas de definir lo que los personajes principales buscan.

Sí, por más que la vida “Sea como tú quieres que sea”, idea inicial del autor (que resulta ser el personaje masculino), el tiempo puede llegar a ser el villano o el cómplice para cometer la cantidad de fechorías que usted lector sea capaz de imaginar.

Y entonces se cierran ciclos y comienzan otros…Una mujer te dio a luz, otra te ayudará a morir. Me sorprende la falta de control que tenemos los hombres ante las situaciones grandes de la vida, probablemente la vida no se escribe sola; la escriben las mujeres y el tiempo.
Me pregunto cuál ciclo estará comenzando ahora…
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