miércoles, 25 de mayo de 2011

DE CONVERSACIONES Y NAUFRAGIOS

Hola, mucho gusto. No nos conocemos. ¿Quién soy? Decir mi nombre resultaría tan inútil como decir: Yo mismo. ¿Te parece si te dejo este folleto con mis características y vuelvo después a intentar tener una conversación contigo?

Me considero un buen conversador, tengo habilidades (y suficiente paciencia) para escuchar. Se me ocurren cosas de inmediato para que las navegaciones temáticas se mantengan a flote naturalmente y a buen ritmo, procurando jamás hundir ese bote en el que afortunada o desafortunadamente estamos inmersos.

Reconozco también que a veces permito hundimientos voluntarios dado que el silencio es un aliciente para liberar la naturaleza indagatoria del cómplice. Provoco que, a veces, busquen algo en alguna parte; otras veces, regalen una sonrisa inesperada, y en otras más providenciales, que la conversación se vuelva más cercana y personal, se avance unos pasos y se busque la intimidad; primero por que estamos de acuerdo (personalmente, casi siempre estoy de acuerdo), y luego para que la conversación sobreviva. Cuando las conversaciones se vuelven íntimas es cuando el traslado hasta ese lugar donde está sucediendo es justificable, de otra forma, el dinero invertido, los calcetines limpios... todo sería una pérdida de tiempo.

El acto de platicar, tener una charla con palabras frente a frente, jamás podrá ser superado por ningún otro formato de comunicación. El encanto de escuchar, observar, entender, de imaginar lo que el interlocutor está pensando mientras uno habla; decidir si le creemos a lo hablado, a las manos o a los ojos (tres elementos que parecieran independientes del cuerpo)… sencillamente no puede ser reemplazado con ningún aparato tecnológico.

Recuerdo un texto de Umberto Eco en el que compara los libros con la cuchara y la pala: fueron inventados hace siglos y prácticamente no han sufrido modificaciones por que no hay manera de hacérselas, son insuperables.
Hoy me sorprende la inconmensurable cantidad de maneras de entablar conversaciones de maneras virtuales, incluso de tener “sexo” mediante el intercambio en directo de imágenes de los participantes masturbándose.

Acabo de mencionar palabras que convierten mi ensayo en clasificación C. Espero que usted, Lector del entorno virtual, esté enterado de lo que significan, y si no, no consulte un diccionario: ingrese a una página pornográfica y compruebe la enorme cantidad de material que hay de ciber-sesiones sexuales. Ahora el espectador atraviesa la pantalla, como Alicia en el espejo, y se vuelve actor de lo que allí está pasando: es su ser y su hacer, su aquí y ahora, sin solución de continuidad, lo que se desarrolla en ese set electrónico. Pero no sólo eso: no es sólo espectador devenido actor, en el sentido escénico (eso ya lo proporcionaban el teatro con la catarsis y el cine a través de la proyección o la identificación psicológicas con los protagonistas), sino también autor, al tiempo guionista instantáneo e intérprete de su peripecia.

En el mundo contemporáneo la pantalla de la computadora ha sustituido al espejo como metáfora universal de la conciencia. Esta nueva conversión de las dimensiones del espacio mental del Internet en el nuevo vehículo alegórico de la reflexividad ha engendrado una nueva concepción del yo y de la vida, de los acontecimientos y de sus significaciones.

Pero esa es otra historia probablemente menos interesante. Más bien severamente menos personal y sólo sé escribir de mí (de hecho en esencia todos lo hacemos sin egocentrismos) el tiempo y la persona que escojo para redactar estas líneas no son casualidad: casi todo lo que hago es confesional, por que de mí es de lo que más quiero responder preguntas.

¿Te estoy aburriendo?

Regresando a la dirección en la que estaba tratando de llevar esta conversación –es una conversación desde el momento en el que yo escribo y usted lee- y antes de que todo esto se hunda irremediablemente, quisiera decir que… Oh no… ¡Ya no sé qué más decir!
¡Nos hundimos! –Repito- ¡Nos hundimos!
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DE CONVERSACIONES Y NAUFRAGIOS by César Reynaga is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-CompartirIgual 3.0 Unported License.

2 comentarios:

  1. " El acto de platicar, tener una charla con palabras frente a frente, jamás podrá ser superado por ningún otro formato de comunicación. El encanto de escuchar, observar, entender, de imaginar lo que el interlocutor está pensando mientras uno habla; decidir si le creemos a lo hablado, a las manos o a los ojos (tres elementos que parecieran independientes del cuerpo)… sencillamente no puede ser reemplazado con ningún aparato tecnológico."

    Bravo.

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  2. Gracias. Un honor, que usted es la escritora.

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