viernes, 3 de junio de 2011

37°

A veces agradezco que el calor sea, además de una molestia considerable, un iniciador de conversación. ¿Hace calor, no? Qué manera más elemental de encontrar el vértice perfecto entre la oscuridad de las ideas de la otra persona y las propias; y al mismo tiempo de encubrir de manera inocente el interés por conocerla. Sólo en este caso el clima es un malestar afortunado.

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